La mayoría de las calorías que consumimos provienen de los carbohidratos y las grasas. Los carbohidratos son almidones y azúcares que se encuentran en alimentos tales como pan, pasta, arroz y dulces.
En las dietas bajas en carbohidratos se elimina toda fuente de carbohidratos por lo que se reduce el número de calorías ingeridas. Sin embargo, se produce efecto colateral ya que, al eliminar los carbohidratos de la dieta, se llega a un consumo excesivo de proteínas y grasas y poco consumo de fibra.
Evidentemente, al consumir menos calorías el resultado se traduce en una pérdida de peso, que resulta más evidente al principio en este tipo de dieta que en cualquier otra.
Sin embargo, después de un tiempo, las dietas bajas en carbohidratos no funcionan mejor que las demás dietas.
Debido a la gran popularidad de algunas dietas bajas en carbohidratos, como la dieta Atkins o la South Beach, éstas tienen tantos seguidores como detractores. Los estudios que se han realizado, más que aclarar las cosas han proporcionado resultados contradictorios.
La mayoría de los nutricionistas piensan que las dietas que eliminan grupos de alimentos tienden a ser radicales, difíciles de seguir y pueden tener deficiencia de algunos nutrientes y por ello recomiendan comer carbohidratos buenos (como granos integrales, frutas y vegetales) y dejar los carbohidratos del azúcar y la harina blanca para ocasiones especiales.
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