A pesar de que las canciones, el cine y la literatura hayan sublimado los amores contrariados y las relaciones imposibles, el amor es otra cosa: un sentimiento placentero que debe disfrutarse en lugar de padecerse. Nadie debe “amar hasta la médula”. Cuando este sentimiento se transforma en fuente de insatisfacción permanente y no se puede superar, es probable que haya dependencia afectiva.
Se trata de un círculo vicioso
La dependencia afectiva es, según Lorraine Ladish, autora del libro “Aprender a querer”, una obsesión por la que “dejamos de cuidarnos, perdemos el sueño y el apetito y hasta la noción de nosotros mismos, pudiendo llegar a conductas autodestructivas”. Desde el punto de vista psicológico y afectivo, se trata de un círculo vicioso que funciona de la siguiente manera: el déficit de autoestima lleva al miedo a establecer una relación equilibrada y la elección equivocada confirma la carencia de autoestima.
En el fondo, según la escritora, una persona poco madura en lo afectivo se dice: “Necesito que me amen, pero como no soy digno de ello, busco a quien no tenga más remedio que rechazarme”. Y agrega: “Así, vive centrada en el otro, y su ánimo baja y sube en función de lo que éste haga o diga. Y es que ser fuerte e independiente a veces da mucho miedo”.
Cómo desengancharse de una relación: 6 consejos
Precisamente porque no es fácil desenganchase, es preciso buscar ayuda profesional. La psicóloga española Lola Fernández-Villa ofrece algunos consejos a quienes suelen tener una predisposición a volver a meterse en otra desventura.
1. Amarse a uno mismo, al menos tanto como amamos a la pareja.
2. Saber expresar los propios sentimientos y escuchar los del otro.
3. Conocernos y aceptarnos con nuestras virtudes y defectos, y conocer y aceptar al otro como es, sin pretender cambiarlo.
4. Disfrutar de la soledad como encuentro con uno mismo y respetar los deseos de soledad de la pareja
5. Mantener relaciones sociales y comprender que el otro tiene las propias.
6. Tener un proyecto de vida personal, realizarlo y respetar el proyecto del otro.
Pero sobre todo, saber que el “enganche” es insano, mientras el amor purifica y nos hace mejores.
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