jueves, 29 de marzo de 2012

Por qué nos volvemos dependientes emocionales

La oxitocina, conocida como molécula del amor u hormona del apego, está relacionada con la creación de relaciones de confianza entre los individuos. Esta hormona produce un vínculo psicológico entre dos personas, especialmente cuando están enamoradas o cuando una madre da a luz su bebé e incluso durante la lactancia. El organismo segrega oxitocina tras el orgasmo y durante el parto, bloqueando el estrés y creando una poderosa relación de confianza.

Según un estudio publicado en la revista Nature en 2005 por el doctor Ernest Fehr de la Universidad de Zurich (Suiza), las personas con niveles elevados de oxitocina en la sangre mejoran su capacidad para confiar en otros.


 “Probablemente las personas con dependencia emocional tengan determinadas disfunciones o anomalías en su sistema endocrino o en su sistema nervioso central. Sinceramente, se desconoce qué tipo de peculiaridades se dan, porque la dependencia emocional no está reconocida como una patología oficial, se investiga poco y este tipo de factores no se conocen”, explica el psicólogo español Jorge Castelló en un amplio artículo publicado en La Vanguardia. Otros expertos señalan que puede ser también que haya un trastorno de oxitocina y ello lleve a la persona a buscar más apego.

Personas y personajes dependientes

Marilyn Monroe es el ejemplo más conocido de dependencia emocional. Tuvo una infancia muy difícil: no conoció a su padre, su madre la abandonó y tuvo que vivir con distintas familias, e incluso sufrió abusos sexuales. Por ello, en sus relaciones con los hombres siempre buscó la protección y la seguridad. Las parejas que tuvo –se casó en tres ocasiones– eran personas mayores que ella, que asumían un papel más de protector que de compañero sentimental.


Sin alejarnos del mundo del cine y la televisión, también podemos encontrar ejemplos de personajes dependientes emocionalmente. En la película “Vicky Cristina Barcelona”, de Woody Allen, por ejemplo, Penélope Cruz encarna a María Elena, una pintora atormentada que mantiene una relación sentimental totalmente destructiva con el pintor Juan Antonio, representado por Javier Bardem. María Elena muestra cómo la sensación de frustración de la persona dependiente puede arrastrarla a la agresividad.


Por otro lado, en la serie de televisión “Dr. House” nos encontramos con otro ejemplo un tanto inusual, pues en este caso es un hombre quien muestra síntomas de dependencia emocional. El doctor Willson, jefe de oncología del hospital, es un adicto al afecto. Por un lado, sus fracasados matrimonios se basaron en la necesidad; por otro, se ocupa tanto de su colega House que acaba dependiendo de él; además, la necesidad de complacer a todo el mundo le lleva a volcarse en exceso con sus pacientes terminales.

Síndrome de Estocolmo: dependencia al límiteLa reacción de los cuatro empleados convertidos en rehenes durante el robo del Kreditbanken de Norrmalms (Estocolmo) en 1973 dio nombre a este síndrome. En los seis días que duró el cautiverio en la sucursal bancaria de la capital sueca, los rehenes (tres mujeres y un hombre) establecieron un vínculo especial con los captores: en el rescate defendieron a los delincuentes y no quisieron testificar en su contra ante el procedimiento legal. El psiquiatra y criminólogo sueco Nils Bejerot acuñó entonces el término síndrome de Estocolmo.

“Es una situación estresante en el que tienes un único referente, la fuente de tus problemas es, al mismo tiempo, lo único estable que posees. Y el ser humano necesita estabilidad para poder vivir con cierta calma”, explica el psicólogo Tomás Navarro. Por ello, en esas situaciones surge una relación psicológica extraña donde se genera la dependencia hacia el secuestrador o maltratador.

“De hecho, lo primero que hace un maltratador es aislarte de tu entorno para que sólo lo tengas a él como referente. Entonces, te centras en esa única fuente para que pase no a crear dolor, sino seguridad”, explica. Según Navarro, el síndrome de Estocolmo es una reacción adaptativa normal y esperable, el paradigma extremo de la dependencia emocional.

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